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Agrosostenibilidad

El injerto de agricultura, ejemplo de sostenibilidad

02 de Marzo, 2018

La técnica de injerto es uno de los mejores ejemplos de práctica cultural sostenible en agricultura. Es una herramienta eficiente para luchar contra plagas, enfermedades y condiciones abióticas como la salinidad, sequía, asfixia radicular, condiciones extremas de temperaturas, utilizando patrones o portainjertos tolerantes o resistentes a las mismas, siendo además una técnica ecológica.

En plantas leñosas fue conocido por los chinos 1.000 años antes de Cristo. Durante el Imperio Romano se desarrollaron diferentes técnicas de injerto y a partir del Renacimiento hubo un interés renovado por las prácticas. Aunque hay alguna cita en Corea en el siglo XVII del empleo en cucurbitáceas, no es hasta principios del siglo XX cuando hay referencias de la utilización del injerto herbáceo en sandía. En hortalizas se empieza a vislumbrar la posibilidad de su empleo en los años 70 del siglo pasado.

Su utilización está ampliamente implantada en la fruticultura, y ha permitido resolver problemas tan importantes como la filoxera en los viñedos, utilizando portainjertos de variedades americanas resistentes a este insecto. En citricultura hizo posible reestructurar las plantaciones como fórmula para luchar contra el virus de la tristeza, que llegó a destruir más de 10 millones de plantas en los años 60.

 

Ventajas del portainjerto en hortofruticultura

El injerto de agricultura, ejemplo de sostenibilidad

Una correcta elección del portainjerto permite luchar contra enfermedades de suelo, virus, bacterias, nematodos y también reducir problemas abióticos como puede ser la sequía, clorosis férrica cuando se cultiva en suelos calizos, salinidad y condiciones climáticas extremas. Los portainjertos también tienen la capacidad de modificar las condiciones de calidad de la variedad que se cultiva, provocando un adelanto o retraso de la maduración, alterar el contenido en sólidos solubles, nivel de fitoquímicos y alterar el contenido de su composición.

Con un buen manejo y una correcta elección se puede soslayar determinadas fisiopatías, como agrietado de los frutos, contenido en zumo, alteraciones de la piel y aspectos de compatibilidad. Al inducir un mayor o menor vigor, puede también influir en la producción, en el desarrollo del árbol, con la posibilidad de diseñar combinaciones que permiten obtener plantaciones con el objeto de mecanizar o/y aprovechar mejor la superficie de la parcela, discerniendo incluso su posible aprovechamiento para consumo en fresco o industria.

Estas técnicas han sido también aprovechadas para la producción y multiplicación de planta ornamental para fines similares a los indicados en fruticultura, como es el caso del cultivo de rosal.

En horticultura está implantada prácticamente en la totalidad de las plantaciones de sandías, para evitar principalmente problemas de hongos de suelo como Fusarium, aunque se está estudiando nuevas posibilidades como resistencia a nematodos, mejora del desarrollo de la planta, precocidad y calidad de los frutos. También en cultivos como tomate se ha mostrado como una técnica muy interesante para poder producir con una cierta garantía variedades locales, en las que la mejora genética no han podido actuar para introducir resistencias a plagas y enfermedades. Para su implantación tuvo especial importancia la presencia del “colapso” (Pep MV + Olpidium).

En otros cultivos hortícolas también resulta interesante su utilización en berenjena para luchar contra hongos de suelo como Verticillium y en pimiento también contra enfermedades como Phytophtora, así como para inducir resistencia a la salinidad y sequía, utilizándose como herramienta para ahorro de agua y empleo de aguas de peor calidad.

 

Una técnica en evolución

Existen múltiples técnicas de injerto que continúan evolucionando, hasta el punto de adaptarse para conseguir su mecanización, incluso posibilidades de robotización. Las empresas viveristas y los semilleros en general poseen unas instalaciones cada vez más sofisticadas para garantizar una planta de calidad a un precio razonable.

Existe un gran reto, puesto que en general la técnica de injerto se puede implementar como fórmula para conseguir un uso más eficiente del agua, ampliar las posibilidades de utilización de aguas salinas, de peor calidad como residuales, con vistas a conseguir un uso más eficiente de este recurso escaso. En el diseño de nuevas plantaciones es tan importante la elección del portainjerto como de la variedad, así como su combinación. Enfermedades de nueva introducción como Xylella fastidiosa o amenazas como Huanglongbing (HLB) necesitan de soluciones para luchar contra estas bacterias. Hay esperanzas de que la técnica del uso de portainjertos ayude a resolverlo, para lo cual es necesario intensificar estas líneas de investigación.

 

Nivel de resistencia de portainjertos de sandía a diferentes patógenos

El injerto de agricultura, ejemplo de sostenibilidad

Fuente: Miguel et al. (2007): Injerto de hortalizas. Madrid, Ministerio de Agricultura. 

 

(*) Se usará el título del recurso
Carlos Baixauli Soria
Centro de Experiencias de Cajamar